La ciudadanía es una idea que, usualmente, está plenamente ligada a la legalidad que el "pertenecer" a una ciudad implica.
Ciudadanía, por lo tanto, es un concepto al que casi siempre vamos a reconocer como los derechos y obligaciones de las personas que habitan una ciudad cumpliendo los requerimientos legales que las leyes y reglamentos de éstas sientan.
Sin embargo, ¿puede ser la ciudadanía más?
Un debate muy arduo sobre este tema radica en la idea de ciertas personas de que la ciudadanía es más que sólo legalidad. Mientras que algunos, los más conservadores afirman que la ciudadanía debe ser como es actualmente, otros, los más liberales, aseguran que éste es un concepto que puede ser mucho más inclusivo.
Bajo esta bandera "liberal", nos encontramos entonces con un gran cuestionamiento. ¿Que es, por lo tanto, ciudadanía?
Ciudadanía, desde mi punto de vista, debe ser más que simple legalidad. Aquí en México, por ejemplo, es considerado ciudadano todo aquel que sea mexicano, ya sea por nacimiento o naturalización, que tenga 18 años cumplidos y un modo honesto de vivir.
Conozco muchas personas que, sin ser mayores de edad, son mucho más ciudadanos que algunos otros.
En Francia, yendo al otro lado del espectro, encontramos el que todo aquel que aporte cultural, científica o tangiblemente a la nación, es francés.
Este grado de inclusividad en la ciudadanía muestra que quedarse con las anticuadas ideas de legalidad exclusivamente es perder de vista gran parte de la esencia misma de la ciudad.
También, equivocadamente, se ha entendido a la ciudadanía como la capacidad de tomar parte en las decisiones políticas de una nación.
Nuevamente, error. Ciudadanía, como lo dije al principio, debe ser más.
¿Qué tanto?
Esta idea de nueva ciudadanía, ligada ampliamente con lo que vendría siendo el Derecho a la Ciudad, depende ya no solo de unos cuantos. Es necesario reconstruir todo el concepto, con las vértices que implique, para formar una idea real y útil de lo que ciudadanía puede ser.
Tal vez el límite de edad es innecesario. Tal vez el modo honesto de vivir debe ser redefinido. Quizás limitar a derechos de voto y participación política al concepto de ciudadanía es algo obtuso.
Por lo tanto, una modificación estructural en el ideario colectivo es requerida para cambiar valores inútiles por aquellos que realmente se necesitan, sobre todo en un mundo que, en aras de la globalización, está cambiando por completo la idea que se tenía, hasta hace unos años, de todo concepto relacionado en mayor o menor medida con la ciudad.
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