domingo, 6 de febrero de 2011

Deep Democracy

La globalización trajo consigo una serie de cambios tanto políticos como sociales que, si bien entraron en boga a finales del siglo pasado, tienen sus orígenes, o por lo menos sus bases, en la divergencia ideológica que se suscitó después de la segunda guerra mundial, en la que el oriente, liderado por la Unión Soviética, apelaba a las ideas marxistas de la lucha de clases y la burguesía proletaria; y la del occidente, americana, que se basaba en los adelantos tecnológicos, la educación y una democracia nacional basada en las elecciones.

Sin embargo, estas dos ideas, si bien dominantes, demostraron no ser del todo efectivas o útiles. Por lo tanto, a través del globo comenzaron a circular otras visiones de emancipación y equidad, tales como el nacionalismo, la religión o el militarismo.

Una de las más llamativas, la del compañerismo político de activistas y demás actores de la sociedad civil en general, es la que Deep Democracy abarca.

La tesis de Appadurai es que la gobernancia está dando un giro radical en aras de la globalización; la sociedad civil cada vez es más activa y las relaciones horizontales de poder nacional e internacional de modo tal que la democracia se vuelve más profunda, arraigada y sus orígenes vienen de más "abajo".

Este fenómeno provoca, o más bien demuestra, que la globalización puede ser originado desde las raíces de la sociedad, permitiendo que la opinión crítica global, así como los líderes y personas relevantes dentro de un proceso, consoliden, de una manera alternativa, a la democracia.


jueves, 3 de febrero de 2011

The right to the City

En una época en la que el derecho a la propiedad privada prevalece como uno de los derechos humanos más importantes, David Harvey plantea, en su texto The right to the City, la teoría de que la capacidad de crear ciudades no es una habilidad o una necesidad, sino un derecho fundamental.

Citando a Robert Park, nos aclara que la ciudad es el intento más cercano de los hombres de crear un mundo que se adecue a sus deseos más profundos. Sin embargo, esto crea una paradójica relación entre creador-creación, ya que los hombres se ven condenados a vivir en su creación. Al ser ésta el resultado de deseos y valores en constante cambio, sujeta a los hombres, pues, a adaptarse, también, a estos.

Y el más claro ejemplo lo encontramos en la actualidad, con el sistema capitalista como orden mundial principal. Para que el Capitalismo funcione, por ejemplo, es necesario poder utilizar casi en su totalidad el excedente generado de manera que no se provoque un desequilibrio económico mayor. La urbanización, entendida como el proceso de expansión de las urbes, contenedoras de sociedad, cultura e infraestructura, hacia tierras nuevas.

Este proceso de urbanización, sin embargo, no es sencillo. Requiere, en gran parte de los casos, el uso de violencia en contra de aquellas personas, usualmente de clases bajas, que ocupan tierras aledañas a las grandes urbes.

El resultado: zonas que no están urbanizadas al cien por ciento, pero que han dejado atrás la ruralidad. Las zonas suburbanas. Estas suelen encontrarse, según el autor, en una indirecta pugna con las grandes urbes.

Y todo, por culpa de una creciente necesidad de utilizar los excedentes capitalistas. Por lo tanto, exigir un mayor control democrático sobre la utilización de tal excedente es pieza clave dentro de un proceso marcado por valores determinados por la coyuntura internacional, como lo es el Capitalismo, que demuestra en cierto modo que la tesis de Harvey es correcta. Los valores de los hombres, asentados en el Capitalismo, crearon una urbe. Esta, apegada a sus valores constitutivos, se mantiene en constante crecimiento, absorbiendo zonas aledañas en las que los pobladores, a través de violencia, se ven obligados a cambiar su modo y estilo de vida, y aceptar los nuevos valores impuestos.

Y qué mejor que compararlo con la situación mexicana. La llamada "zona metropolitana", aquella zona conurbada que rodea a la capital del país, el Distrito Federal, cada vez se vuelve más grande. E incluso podemos remontarnos a un periodo histórico anterior. El mismo DF era, en un principio, la zona centro rodeada de pequeños poblados. Este pasó de medir poco menos de 40 km cuadrados, a más de 1500.
Y este crecimiento no solo implicó un aumento en las fronteras de los mapas. Los pequeños poblados que estaban alrededor de la capital, tuvieron que someterse a un régimen distinto al que estaban acostumbrados; se vieron obligados a aceptar el modelo concéntrico que la capital del país propuso y que, actualmente, sigue en pie, mas con otro nombre y nuevos métodos.

A medio camino

Well, comenzando con este blog, creo que lo más adecuado, antes de entrar en materia misma, es explicar el porqué de este título que poco o nada, aparentemente, tiene que ver con la materia de Política Urbana.
Para mi, y supongo que para muchos más, la idea de una urbe, o de una cultura urbana, con todo lo que
ésta conlleva, llámese subculturas, tribus, etc, no es fija.
¿A qué me refiero?
La idea de urbe, o cultura urbana, siempre está en constante cambio. Lo que antes se buscaba, ahora se ha dejado atrás, y lo que se busca en este momento, probablemente caduque en algún punto de la historia para dar paso a nuevos paradigmas o búsquedas ideológicas realizables sólo a través de la realidad de una urbe.
Por lo tanto, este proceso nos mantiene, siempre, a medio camino.
A medio camino, pues, de una evolución infinita tanto ideológica como práctica de lo que son, fueron y serán, las urbes.
En fin. Espero que este proyecto cumpla las expectativas deseadas.