jueves, 3 de febrero de 2011

The right to the City

En una época en la que el derecho a la propiedad privada prevalece como uno de los derechos humanos más importantes, David Harvey plantea, en su texto The right to the City, la teoría de que la capacidad de crear ciudades no es una habilidad o una necesidad, sino un derecho fundamental.

Citando a Robert Park, nos aclara que la ciudad es el intento más cercano de los hombres de crear un mundo que se adecue a sus deseos más profundos. Sin embargo, esto crea una paradójica relación entre creador-creación, ya que los hombres se ven condenados a vivir en su creación. Al ser ésta el resultado de deseos y valores en constante cambio, sujeta a los hombres, pues, a adaptarse, también, a estos.

Y el más claro ejemplo lo encontramos en la actualidad, con el sistema capitalista como orden mundial principal. Para que el Capitalismo funcione, por ejemplo, es necesario poder utilizar casi en su totalidad el excedente generado de manera que no se provoque un desequilibrio económico mayor. La urbanización, entendida como el proceso de expansión de las urbes, contenedoras de sociedad, cultura e infraestructura, hacia tierras nuevas.

Este proceso de urbanización, sin embargo, no es sencillo. Requiere, en gran parte de los casos, el uso de violencia en contra de aquellas personas, usualmente de clases bajas, que ocupan tierras aledañas a las grandes urbes.

El resultado: zonas que no están urbanizadas al cien por ciento, pero que han dejado atrás la ruralidad. Las zonas suburbanas. Estas suelen encontrarse, según el autor, en una indirecta pugna con las grandes urbes.

Y todo, por culpa de una creciente necesidad de utilizar los excedentes capitalistas. Por lo tanto, exigir un mayor control democrático sobre la utilización de tal excedente es pieza clave dentro de un proceso marcado por valores determinados por la coyuntura internacional, como lo es el Capitalismo, que demuestra en cierto modo que la tesis de Harvey es correcta. Los valores de los hombres, asentados en el Capitalismo, crearon una urbe. Esta, apegada a sus valores constitutivos, se mantiene en constante crecimiento, absorbiendo zonas aledañas en las que los pobladores, a través de violencia, se ven obligados a cambiar su modo y estilo de vida, y aceptar los nuevos valores impuestos.

Y qué mejor que compararlo con la situación mexicana. La llamada "zona metropolitana", aquella zona conurbada que rodea a la capital del país, el Distrito Federal, cada vez se vuelve más grande. E incluso podemos remontarnos a un periodo histórico anterior. El mismo DF era, en un principio, la zona centro rodeada de pequeños poblados. Este pasó de medir poco menos de 40 km cuadrados, a más de 1500.
Y este crecimiento no solo implicó un aumento en las fronteras de los mapas. Los pequeños poblados que estaban alrededor de la capital, tuvieron que someterse a un régimen distinto al que estaban acostumbrados; se vieron obligados a aceptar el modelo concéntrico que la capital del país propuso y que, actualmente, sigue en pie, mas con otro nombre y nuevos métodos.

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